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Amour

La última película del austríaco Michael Haneke comienza con un estruendo. Los bomberos de París derriban una puerta y todos penetramos como espectadores en la intimidad de una pareja. Georges y Anne están casados hace mucho tiempo, han compartido la vida, han tenido una hija.
La muerte va llegando, pero antes podemos decir algo acerca del amor.
¿Es diferente el amor entre ancianos del que sienten los jóvenes o los adultos?
Haneke no pretende definir al amor pero cuando nos muestra la cotidianeidad de estos dos profesores de música clásica retirados, toca una fibra profunda y muestra el misterio de los sentimientos humanos. Pocos directores de cine en el mundo están dispuestos a asumir los riesgos que suponen las historias que interpelan de esta manera al sentido existencial. Detrás de su arte hay siempre una pregunta esencial de carácter filosófico. Basta con echarle un vistazo a las indagaciones que contienen Funny Games (1997), La pianiste (2001), El tiempo del lobo (2003), Caché (2005) o La cinta blanca (2009).
Volviendo a Amour, las actuaciones de Jean-Louis Trintignant, en el papel de Georges, y de Emmanuelle Riva, interpretando a Anne, son sublimes.
En una de las primeras escenas, la del desayuno,  Anne se queda con la mirada congelada. Su mente se ausenta y en sus ojos va surgiendo lentamente el vacío de una existencia que se apaga. Georges quiere saber qué le pasa, pero ella parece una estatua. Son unos momentos escalofriantes. Cuando vuelve en sí, no tiene ni el más mínimo registro de lo que ha ocurrido.
Es la vida de los viejos. Todo transcurre como en cámara lenta mientras la parca se va depositando en los detalles. Primero de forma muy sutil luego de modo implacable. Ninguno de los dos entiende qué es lo que está pasando.
Los problemas vasculares están al acecho. La circulación de vida en sus cuerpos va ralentizándose.
En un gélido diálogo que mantiene con su hija (interpretada por Isabelle Huppert), Georges afirma: “Hemos pasado mucho juntos, tu madre y yo”.
Anne es operada. Queda en un estado de casi absoluta dependencia respecto de su marido. Todo el lado derecho de su cuerpo ha quedado paralizado. Sus piernas ya no sirven por lo que pasa el día en una silla de ruedas.
Una de sus manos ha quedado agarrotada, hecha un nudo, un puño torcido.
Pregunta la hora pero no hay respuesta. Han entrado en un tiempo de descuento en el que resulta superfluo saber si son las 15.48 o las 17.01 hrs.
- “No hay ninguna razón para seguir viviendo”. Dice ella cuando él describe minuciosamente el funeral de un amigo al que ha asistido. “Ya sé que sólo puedo empeorar. ¿Por qué debe afligirnos esto, a ti y a mí?”
La madera de los suelos cruje mientras deambulan entre las amplias habitaciones de un apartamento vacío.
Suena la Bagatela en sol menor de Schubert interpretada en el piano de la casa por un músico de enorme talento. Se trata de un antiguo alumno de ella que ha alcanzado la fama y el reconocimiento.
Otro diálogo. Esta vez de la hija con su madre. La parálisis se ha apoderado de su rostro y únicamente puede emitir balbuceos incoherentes.
- “Está irreconocible. No podemos dejarla postrada en la cama”. Afirma la hija entre lágrimas.
Su padre le responde que ha tenido un segundo ataque. En un hospital no la aceptarían. El único destino posible sería un asilo.
Ha comenzado la cuenta regresiva.
Una paloma se cuela por la ventana del tragaluz. La enfermera es cruel con Anne.
Marido y mujer se están despidiendo. Ella no quiere ni siquiera beber agua. Él la obliga a ingerir un sorbo. Ella lo escupe. Él la abofetea.
Imágenes de los cuadros colgados en las paredes de la casa. Pinturas grises y paisajes desolados.
- “Tu madre, como era previsible, está mal todo el tiempo. Parece cada vez más un niño indefenso. Es triste y humillante, para ella y para mí”.
El desenlace se demora a pesar de como retumban en la habitación los quejidos de ella: DUELE…DUELE…DUELE…
Luego de contarle una anécdota de su niñez, Georges coge una almohada y la hunde en la cara de su mujer hasta ahogarla.
La película termina con él saliendo del apartamento tras el fantasma de su mujer.
Sobre la cama, comienza a descomponerse un cadáver.

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